Después de muchas idas y vueltas finalmente partimos rumbo a un barrio desconocido ( y al que a decir verdad le teníamos un poquito de miedo..), felices por el propósito que nos llevaba hasta ahí...De pronto no había más calles y la oscuridad parecía llenarlo todo. Al final del camino estaba la casa...pequeña por fuera pero con tanto amor por dentro que las paredes eran sólo un agregado.
Desde el primer momento nos sentimos bienvenidos..compartimos historias, recuerdos, miedos y proyectos futuros. A pesar de todo lo que les había pasado no perdieron la fe ni un instante, manteniendo siempre un optimismo increible...escucharlos me llenó de fuerzas, de ganas de seguir ayudando...la gente día a día me sorprende..y eso es bueno!
Fuimos a dejar algo, pero lo que ellos nos regalaron no tiene precio...
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